Israel lanzó en la madrugada de este viernes un ataque militar preventivo contra Irán, marcando un nuevo y peligroso capítulo en la ya frágil situación de seguridad en Medio Oriente. Los bombardeos, centrados en instalaciones nucleares y objetivos estratégicos, han dejado múltiples víctimas, entre ellas altos mandos del régimen iraní.

La operación, denominada “León Ascendente” por las autoridades israelíes, tuvo como blanco principal la instalación de enriquecimiento de uranio en Natanz, así como centros científicos y lo que el primer ministro Benjamin Netanyahu denominó como “el corazón del programa de misiles balísticos de Irán”. Según confirmaron fuentes oficiales, el general Hossein Salami, comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), falleció en los ataques, junto a otras figuras de alto nivel.

El jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Eyal Zamir, declaró que el país está inmerso en “una campaña histórica sin precedentes” contra Irán, en un intento por neutralizar lo que Tel Aviv considera una amenaza existencial derivada del programa nuclear persa.

En respuesta inmediata, Irán lanzó más de 100 drones contra territorio israelí. Las fuerzas de defensa aérea de Israel trabajan intensamente para interceptar los aparatos, en medio del temor por una escalada bélica regional de gran magnitud.

Por su parte, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, afirmó que su país no tuvo participación ni prestó apoyo alguno en la ofensiva, subrayando que se trata de una decisión autónoma del gobierno israelí.

La comunidad internacional observa con creciente preocupación este nuevo episodio de confrontación, que podría desatar un conflicto de mayores proporciones si no se logra contener la situación en las próximas horas.

Por: Mayra Ojeda